Si has vivido siempre en el mismo lugar o simplemente te has acomodado en el sitio que te encuentras, plantearte un cambio va a ser un reto que vas a tener que confrontar.
Sin duda, algún acontecimiento ha debido de ocurrir en tu vida para que te lo plantees, si no sientes que eres un nómada. Una oferta laboral, una ruptura, la familia, otro destino mas favorable para tu personalidad, para tu economía…. cualquier cosa puede suceder en un instante de tu vida que movilice todos los cimientos de tu existencia.
Llevamos ya demasiados años de memorias colectivas, donde se nos ha dirigido a pensar inconscientemente que buscar un asentamiento en donde poder vivir es la opción mas inteligente, más cómoda y segura para nuestra seguridad, estabilidad y felicidad.
LA ELECCION
En mi caso la primera vez que se movieron mis cimientos, la mayor dificultad que tuve que confrontar, fue pensar recurrentemente cómo mi decisión afectaría en la vida de mi gran responsabilidad, mis hijos.
Nací en Bilbao, en la época donde la industria estaba en pleno auge. Fue un periodo donde mucha gente de muchísimos pueblos emigraban a las ciudades en busca de un mejor asentamiento, Las ciudades ofrecían más oportunidades. Prácticamente durante la etapa que vivi en esa zona, casi nunca pensaba que significaba para mí vivir allí, en ese lugar. Simplemente aterrice en ese sitio y era eso lo que había, vivir en dónde me había tocado. Eso esta bien ,muy bien ,si no hay un terremoto interno que te invite a reconstruir tu vida.
La primera vez que me enfrente a este reto fue a los 29 años y con dos niños. Una autentica locura para los ojos de los que allí se quedaban con sus cimientos intactos. Puedo aseguraros que no fue fácil, lo sentí como una cuestión de supervivencia. No nos faltaba un plato de comida no quiero compararme con las millones de personas que desgraciadamente han arriesgado sus vidas intentando cruzar fronteras con la esperanza de sobrevivir. En mi caso el impulso fue la búsqueda del bienestar de mi ser, de mi propia evolución, de sentir que estoy viva.
La sensación que puedo explicar con palabras es que parecía que los mismísimos astros se hubieran alineado en mi interior y me empujaban a tomar una decisión que iba a cambiar nuestras vidas.
Dejar atrás la comodidad, costumbres, el entorno más cercano con los vínculos establecidos y lanzarte a probar suerte a un nuevo lugar que no sabes lo que te vas a encontrar, es una gran incertidumbre. ¿ Qué pasara?, ¿ habrá sido la decisión correcta?, ¿seré feliz?…
ELEGIR UN PUEBLO
Elegí irme a vivir a un pueblo, consideré que ese ambiente iba a ser más favorable para los niños, la crianza en solitario iba a ser más sencilla y por lo tanto yo podría disfrutar más con ellos. En ese momento, después de la sacudida que experimenté tenia demasiado desorden interno, tristeza y estrés. En un pueblo el ambiente al ser más tranquilo, creí que iba a favorecerme, reducir el estrés y al sentirme mas tranquila poder comenzar a ordenarte internamente. Pensaba que un nuevo comienzo en ese entorno iba a darnos un rumbo totalmente distinto y así fue. Peñiscola, un encantador pueblo de la comunidad valenciana nos acogió divinamente. Sorprendentemente la vida allí iba respondiendo mejor de lo que había pensado, la tranquilidad y desconexión que descubrí ayudo a que fuese sanando las heridas emocionales, a remontarme y a abrir mi mente a nuevas posibilidades que hasta entonces jamas hubiera contemplado, surgió magia. Un mundo de posibilidades disponibles que no sabia que existía. No solo cambio mi lugar de residencia, también cambie yo y os puedo asegurar que fue un gran descubrimiento. Rodearme de personas nuevas con distintas vivencias, ver la adaptación de mis hijos tan fabulosa, estar en un ambiente tranquilo entre el mar y la montaña con un clima extraordinario prácticamente todo el año, sin duda alguna, la vida me llevó en ese momento al lugar que tenia que estar y criar a mis peques.
Allí comencé una nueva percepción de la vida, la autoindagación, el crecimiento personal y espiritual. Sin duda alguna pensaba que había encontrado mi hogar, mi lugar. Durante los dieciséis años que he vivido en este pueblo los he aprovechado para estudiar, autoindagar y experimentar otro ritmo de vida y para mi una de las cosas más importantes, criar a mis hijos, satisfechos, estables y sobre todo, respetando su esencia natural.
Estoy muy agradecida a estos años en donde siento que hemos recogido una gran cosecha. Mis hijos allí tienen a su gente, su lugar y su referencia. Yo siento que he tenido la oportunidad de entender como hallar la tranquilidad que tanto buscaba, de crecer como persona, tanto en mente como en espíritu, he sentido la satisfacción de ver como mis hijos han crecido disfrutando plenamente de ellos, incluso les di una hermanita más, Alma, imaginaros mi atrevimiento. Volvería a escoger el mismo camino, fue necesario, obtuve un gran aprendizaje. Me baje de los tacones, me quité el maquillaje y viví una tranquila y sencilla vida en la que pude descubrir grandes y sencillas lecciones. Entendí que no soy todo lo que creía que era, que cada día es un nuevo descubrimiento. Comprendí que hay un propósito mayor en la vida que el de superar el lugar de residencia, el sitio donde te encuentras y toda la materia que puedas ir acumulando.
ELEGIR UNA CIUDAD
Una vez que te entregas a cumplir tu propósito, ser, vivir, evolucionar y amar, la vida te puede volver a sorprender. De nuevo sufrí otra sacudida, de nuevo experimenté resistencias. Durante dos años he tenido una lucha entre mi mente y mi espíritu. Elegir cambiar de un pueblo a una Ciudad, ¡que locura! Creía que había encontrado mi hogar, mi lugar, sin embargo parece que los astros otra vez se han puesto de acuerdo para volver a sentir la misma sensación que años atrás creí superada. Aunque las circunstancias son distintas el trasfondo es el mismo, empezar de cero.
Todo apuntaba a qué tenia hacer un cambio, a una ciudad, a Barcelona. Sentimiento de vértigo, miedo, ansiedad. Una imagen recurrente se presentaba en mi cabeza , me veía como en las películas antiguas de Paco Martinez Soria cuando iba a la ciudad con la gallina y no sabia a dónde dirigirse. En mi caso en lugar de una gallina, con una niña de ocho años, Alma. Al final de nuevo me rendí y mis ya adultos hijos me ayudaron a levantar la bandera blanca. Otra vez tuve que desapegarme de todo, comodidades, vínculos, cosas materiales e inmateriales y empezar de nuevo y esta vez en una gran Ciudad.
El 1 de Agosto con un pequeño coche lleno de las cosas más necesarias vine a Barcelona con mi hijo mediano, la peque, mi perrita Lola y mi gatita Greta. Acabo de comenzar esta aventura, a trascender el apego y dispuesta a vivir esta experiencia. A Barcelona vengo a compartir todo lo que he aprendido, a continuar con mi propósito, abierta a que si estoy aquí debe haber un motivo que aunque aun desconozco, seguro que me va aportar crecimiento a todo lo cosechado. Me hace gracia que justo mi hijo sea aquí donde ha elegido estudiar y eso ha sido un gran impulso. Para Alma este cambio creo que la va a dar un gran empuje en cuanto a apertura mental, necesario para su naturaleza. Vengo con las manos abiertas y siento que hemos sido acogidos con los brazos abiertos.
Ahora se que mi tranquilidad está en mí y soy yo ahora la que la irradio, no depende del lugar. También sé que no pertenezco a ningún lugar y a todos al mismo tiempo. Que recibes lo que das, así que en donde estoy sea dónde sea doy lo que soy. Sé que cada decisión es la elección de la ruta que voy a experimentar en el camino y debo de ser responsable con ello. Sé que no tengo un casa fija, esa estabilidad que en nuestra sociedad es tan valiosa pero ahora siento que el verdadero hogar soy yo, esta en mi y así también lo sienten mis hijos. He aceptado abrirme a la vida traspasando las fronteras que mi mente limitaba.
Entender que no se trata en dónde vives, da igual, un pueblo o una ciudad. Se trata de cómo lo vives, cuál es tu propósito y que estás aportando, no solo a ti mismo sino a los tuyos y al lugar en donde en este momento te estes encontrando.
IR CONTRA CORRIENTE
En una época en donde se está planteando a nivel colectivo que quizás es mejor volver a los pueblos, he decidido volver a una ciudad, parece que voy contra corriente. Ahora sigo el ritmo de mi vida de mi existencia. Me adapto a lo nuevo, lo respeto, lo cuido y lo amo. Doy la bienvenida a Barcelona y siento como esta Gran ciudad me la da a mí, es ahí en donde encuentro las oportunidades.
Ninguno de los dos está en primera posición, ni el pueblo ni la ciudad. El lugar perfecto parra vivir está en tu ser que es el que te conduce al paraíso.